Omega renueva su apuesta por el "lado oscuro"
Fernando AldeaOmega renueva su icónica línea Speedmaster Dark Side of the Moon con siete versiones que combinan cerámica avanzada, perfil más delgado y calibres Master Chronometer. Una actualización que promete mucho, pero que también invita a preguntarse si sigue atinando al coleccionista exigente.
Cuando Omega lanzó el Speedmaster Dark Side of the Moon, hace ya más de una década, parecía haber alcanzado el punto exacto entre homenaje y reinvención. Un reloj técnico, agresivo y perfectamente negro, que llevaba la épica lunar al terreno contemporáneo. En 2025, la marca decidió que ese universo aún tenía espacio para expansión. La nueva colección, compuesta por siete versiones del Dark y Grey Side, es un ejercicio de afinación. Menos estridencia, más precisión estética. Omega no reinventa el reloj, lo pule, lo alinea con su propio legado y, quizás sin proponérselo, confirma que su "lado oscuro" se ha convertido en un clásico moderno.
El cambio más relevante está en la arquitectura. Las nuevas cajas mantienen los 44,25 mm de diámetro, pero reducen su grosor a 15,09 mm en los automáticos y 13,02 mm en los manuales, lo que entrega una sensación más contenida y equilibrada. Las superficies alternan entre pulido y cepillado, el contraste de materiales es más refinado y el trabajo de cerámica alcanza un nivel de sofisticación que pocas marcas logran. El resultado no es un rediseño radical sino una versión más madura de una idea que ya era buena. En palabras simples, Omega decidió limpiar el lado oscuro.
En el corazón del reloj laten los calibres Master Chronometer 9900 y 9908, automáticos y manuales respectivamente, ambos certificados por METAS y equipados con la tecnología antimagnetismo que Omega domina con naturalidad. Las versiones transparentes dejan ver el grabado láser de la Luna, una decisión que podría parecer literal, pero que en este contexto funciona como un gesto poético. La casa suiza reafirma así su dominio técnico, pero también su talento narrativo, pues pocos relojes pueden sostener una historia tan coherente durante tanto tiempo sin caer en el autoplagio.
Sin embargo, la pregunta incómoda sigue flotando en el aire. ¿Necesitábamos realmente siete versiones más del Dark Side? Omega parece creer que sí. Y aunque cada modelo tiene su encanto, hay un punto donde la saturación amenaza con diluir la magia. En un contexto donde las dimensiones más reducidas y la sobriedad estética marcan tendencia, insistir en 44 mm puede parecer una provocación. O una declaración de principios. Omega no busca complacer al algoritmo del minimalismo, sino al pulso de quienes aún valoran la contundencia de un reloj que se siente, pesa y proyecta autoridad.
En el fondo, los nuevos Dark Side of the Moon son un espejo perfecto de Omega, una marca que sigue siendo tan consistente como predecible, tan ambiciosa como orgullosa. No pretende ser disruptiva, sino mantenerse firme en su identidad. Y eso, en una industria donde todos quieren "reinventar la rueda", podría ser, quizás, una forma de rebeldía. La oscuridad, después de todo, nunca se fue. Sólo aprendió a absorber la luz un poco mejor.
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