Reloj astronómico de Audemars Piguet alcanza precio astronómico récord
Fernando AldeaLa Grosse Pièce de Audemars Piguet se vendió por USD 7.736.000 en Sotheby's, convirtiéndose en la pieza más cara de la marca en toda su historia. Un reloj de bolsillo que se subastó en 5 millones de dólares más que el anterior AP de venta no benéfica jamás vendido.
En Ginebra, en la subasta Important Watches featuring Exceptional Discoveries: The Olmsted Complications Collection de Sotheby's, la llamada Grosse Pièce no. 16869 marcó un antes y un después para Audemars Piguet. Hablamos de un reloj de bolsillo gigantesco en oro amarillo, doble esfera y doble apertura, cargado de complicaciones astronómicas y sonerías, que dejó atrás por amplio margen cualquier otro resultado histórico de la marca en venta no benéfica. El remate cerró en 6,3 millones de francos suizos de martillo y 7,736 millones de dólares con prima incluida, superando en alrededor de cinco millones el récord anterior de AP en el mercado "normal", que rondaba los 2,1 millones de dólares para un Royal Oak ligado a Gérald Genta.

La ficha técnica explica por qué los coleccionistas estaban tan atentos. La Grosse Pièce es un reloj de bolsillo astronómico con tourbillon de un minuto, grande y petite sonnerie con repetición de minutos, cronógrafo con registro de 60 minutos y 12 horas, calendario perpetuo con fases de luna, ecuación del tiempo, reserva de marcha, tiempo sideral de 24 horas y un mapa celeste del cielo nocturno de Londres. Todo esto en una pieza única, realizada en oro amarillo para el retailer londinense S. Smith & Son, iniciada en 1914, presentada en la Exposición de Ginebra de 1920 y entregada en 1921. Es, básicamente, un resumen portátil de lo que significaba estar en la cima de la alta relojería a comienzos del siglo veinte.

Lo interesante es que este récord no lo consigue un Royal Oak ni un concepto de marketing reciente, sino un reloj de bolsillo que muchos habrían considerado "de museo". En un mercado dominado por cronógrafos de acero de los setenta y divers de caja integrada, que una pieza así multiplique su estimación y deje atrás a relojes de muñeca icónicos dice mucho de hacia dónde está mirando el coleccionista ultra avanzado. Aquí no se está pagando por hype ni por colaboraciones, sino por historia, complejidad y una ejecución extrema que sería prácticamente imposible de replicar hoy, aunque AP quisiera.

Desde la vereda de Audemars Piguet, el mensaje también es claro. La marca lleva años viviendo de la sombra larguísima del Royal Oak y sus derivadas. Que su nuevo récord absoluto lo marque una Grosse Pièce astronómica de principios de siglo pasado le recuerda al mercado que AP no nació como "marca de deportivos de lujo", sino como una casa capaz de fabricar una de las complicaciones más ambiciosas que han pasado por una sala de remates. Para nosotros, como coleccionistas, es una buena señal. Mientras el mundo sigue girando en torno al precio del próximo cronógrafo de acero, la relojería más importante sigue viniendo, silenciosamente, desde el fondo del bolsillo.fer