Omega rompe el hielo con nuevo Speedmaster de 38 mm

Fernando Aldea

Omega celebra su papel en los próximos Juegos Olímpicos de Invierno con el Speedmaster 38 mm Milano Cortina 2026, un cronógrafo compacto, blanco y gélido que combina elegancia deportiva, cerámica azul y una inesperada dosis de encanto nórdico.

Cuando Omega se viste de blanco, algo importante está pasando. Con el Speedmaster 38 mm Milano Cortina 2026, la marca adelanta su participación como cronometrador oficial de los próximos Juegos Olímpicos de Invierno y, de paso, demuestra que el Speedmaster no siempre tiene que oler a polvo lunar. Este modelo, de aire invernal y porte elegante, reinterpreta al cronógrafo clásico en un formato más discreto, más usable y menos testosterónico. En tiempos donde todo se agranda, Omega decidió achicar. Y lo hace con estilo.

La caja de acero pulido mide 38 mm de diámetro por 14,75 mm de grosor y alcanza 100 m de resistencia al agua. El bisel de cerámica azul marino con escala taquimétrica blanca contrasta con una esfera lacada en blanco brillante, adornada por sutiles detalles azules que evocan los paisajes helados del norte italiano. El fondo lleva el emblema oficial de Milano Cortina 2026 grabado, un guiño evidente a la alianza histórica entre Omega y los Juegos Olímpicos. Todo el conjunto proyecta una serenidad que sorprende dentro de una línea más acostumbrada al negro, al gris o al acero desnudo.

En el interior late el calibre Omega 3330, un cronógrafo automático con rueda de pilares, escape Co-Axial, certificación COSC y 52 horas de reserva de marcha. Es un motor preciso, robusto y probado, que mantiene la coherencia técnica de la serie sin pretender robar protagonismo. No es un movimiento nuevo, pero sí uno que demuestra que Omega sabe cuándo detenerse. Porque en relojería, actualizar no siempre es inventar, a veces basta con perfeccionar.

El Speedmaster 38 mm Milano Cortina 2026 no busca impresionar con fuegos artificiales. Su encanto radica en la proporción, la limpieza visual y ese aire de objeto bien resuelto que recuerda más a la Bauhaus que a la Luna. No es un reloj de astronauta, es un reloj de arquitecto, y eso —para un modelo con esta historia— es un cumplido mayor. El tamaño lo hace más versátil, más equilibrado y, sobre todo, más creíble en el escenario actual.

Puede que los puristas se pregunten si este Speedmaster "olímpico" pasará a la historia o se congelará con el invierno 2026. Pero lo cierto es que Omega lleva décadas demostrando que sabe leer el momento. Con este modelo, acerca su ícono a una nueva generación que busca relojes usables, bellos y menos ruidosos. En una era donde los cronógrafos compiten por volumen, este Speedmaster rompe el hielo justo donde corresponde.

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