El Gigante Submarino: Una mirada al legendario Omega Seamaster Ploprof

Hubo una vez un tiempo en que los relojes de pulsera eran parte esencial del kit de herramientas de un buzo profesional. La capacidad de medir intervalos de inmersión y tener visibilidad de estos tiempos a grandes profundidades dio vida a todo un nuevo universo: el reloj de buceo.

Tan popular como el reloj de piloto que nació tras la Segunda Guerra Mundial, el reloj de buceo se transformó en una herramienta capaz de trasladarnos a aventuras submarinas, tanto reales como imaginarias, en tiempos en que pioneros como Jacques Cousteau comenzaron a mostrarnos por primera vez las maravillas ocultas bajo nuestros océanos. Fue precisamente Cousteau, junto a Comex, la compañía pionera en desarrollar el buceo comercial e industrial a gran profundidad, quienes luego de trabajar durante una década junto a Omega y su Seamaster 300, ayudaron a desarrollar el que sería, sin duda, el diseño más reconocible de la marca Suiza: El Ploprof.

Su nombre real es Seamaster 600, pero su apodo lo recibe al juntar las palabras Plongeur Professionel (Buzo profesional en francés). Logró obtener una hermeticidad de 600 metros gracias a su caja de construcción monobloque, con un sistema de corona que en evitaba el desenrosque accidental, y un cristal mineral muy ancho tratado con material antireflectante. Su inusual mecanismo de seguridad para girar el bisel es hasta hoy único, y gran parte de la razón por la que se ha transformado en un diseño tan fácilmente reconocible. Su construcción fue tan perfecta que incluso fue probado en profundidades de 1300 metros antes de sufrir daños, lo que era el doble de su hermeticidad prometida.

Si bien era un reloj 100% profesional, de un tamaño que era completamente inadecuado para el uso normal, personajes como Gianni Agnelli o el mismo Cousteau lo transformaron en un ícono de estilo, probando que una máquina bien diseñada para su propósito específico, suele ser también algo atractivo de observar. Con el correr de los años luego de su lanzamiento en 1971, Omega fue agregando nuevas opciones de correas, un brazalete estilo milanés, y nuevas opciones de colores para darle un mayor atractivo comercial, pero su precio, que era el doble de un Rolex Submariner, fue siempre un impedimento para que se transformara en un best seller. Esto ha hecho que hoy en día, aquellos ejemplares de los años 70 obtengan precios estratosféricos en el mercado secundario, a medida que los jóvenes de la época pueden darse el lujo hoy de comprar los juguetes que no tuvieron en su infancia.

Para aquellos que no estuvieron dispuestos a pagar los precios del mercado secundario, Omega puso a disposición una nueva versión del mítico reloj, llamado ahora Omega Seamaster 1200, en 2009. Un homenaje muy bien hecho, sobre el espíritu original, esta vez equipando un moderno movimiento coaxial, materiales de alta gama, y 600 metros adicionales de resistencia. Nuevas versiones de titanio se presentaron años mas tarde, para alivianar la pesada caja de mas de 50 mm. Para nosotros, el compromiso ideal entre historia y usabilidad es la versión de 2009 en caja de acero, siempre con su brazalete “anti-tiburones”. No es el reloj mas lindo del mundo, pero es sin duda el más “cool” de todos.

Gianni lo sabía.

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