Clásicos Modernos: Bvlgari Octo Finissimo

En esta sección repasaremos semanalmente los relojes modernos que están dejando su huella en la industria, trazando su propio camino, con identidad propia, para transformarse en futuros íconos de sus respectivas marcas.

Enero 11, 2023
Daniel Pinto

Cuando entablamos una conversación con cualquier extraño en un asado, generalmente podemos darnos cuenta de que todos, incluso los que no son nerds relojeros, saben lo que es un Rolex Submariner. Si no conocen el Submariner, conocen el Daytona. ¿El Omega de la luna? ¿El Audemars Piguet Royal Oak? Seguramente también.

Podría decirse que hay relojes que son verdaderos clásicos. El equivalente a un Porsche 911 o unas Converse All Star. Artículos que han permanecido en el universo pop hasta transformarse en parte del paisaje, generalmente aclamados por su diseño atemporal, por ser pioneros en su campo, o simplemente por su belleza innegable. Son los infaltables en cualquier colección, los que generalmente retienen su valor en el tiempo, y los que sus respectivos creadores estrujan hasta el extremo para bañar con una capa de deseabilidad el resto de su catálogo menos comercial.

El problema con los clásicos es que a veces nublan nuestra vista y no nos permiten ver la belleza de aquellos nuevos modelos que buscan romper el molde de lo tradicional y crear un nuevo paradigma en torno a un enfoque de diseño a veces radicalmente distinto, y otras veces muy similar, pero con un atractivo especial. Con la perspectiva que nos entrega el tiempo y su marcha imparable, hoy miramos por el retrovisor y nos damos cuenta de que las últimas décadas, también conocidas como la era moderna, han sido testigos de la creación de verdaderos íconos relojeros que nada tienen que envidiarle al venerado Nautilus. Estos son verdaderos clásicos modernos que han creado su propia receta y que se destacan por haber traído algo nuevo a la mesa que atrae tanto a coleccionistas avezados como a los “casuales” que los veneran en redes sociales.

No fueron diseñados por Genta, no tienen una larga historia, y sin embargo creemos que son la base sobre la cual sus respectivas marcas planean construir su catálogo durante las próximas décadas.

Sin duda el más bello, y el más esbelto de los nuevos clásicos es el italiano más estiloso de los últimos tiempos. Cuando Fabricio Buonomassa de Bvlgari tomó un modelo existente, el Octo –que pudiera haber sido producto de los diseños de la marca Genta, no necesariamente de Gérald– y lo llevo a su extremo, no esperábamos que se transformara en el hit que ha sido. Arrasando con todos los premios de diseño y récords de relojes delgados ultra-delgados, el Octo Finissimo ha sido la cenicienta de las ceremonias anuales de premios en la última década.

Su caja facetada hexagonal se combina con un brazalete de arquitectura brutalista para entregar un producto que más que reloj, pareciera una joya del futuro en tu muñeca, fiel al legado joyero de la casa italiana. Sobre esta base perfecta la marca ha iterado con nuevas versiones de cronógrafo, GMT, e incluso un tourbillon, batiendo muchos récords en el camino. Su mayor atractivo es combinar un diseño realmente original con proezas técnicas a las cuales Bvlgari no nos tenía acostumbrados. De la noche a la mañana la marca se transformó en un peso pesado de las complicaciones y la alta relojería, todo esto expresado a través de lo que para nosotros es la mejor interpretación de materiales preciosos en un reloj. Oros italianos perfectos, titanios ultra técnicos, cerámica, y acero se combinan entre pulidos ultrabrillantes y satinados casi tenebrosos para lograr contrastes pocas veces vistos y un efecto en muñeca que te puede absorber por horas y horas mientras te detienes a contemplar cada detalle de la caja y como juega con la luz.

Aún mas lindo es su precio, ya que toda esta maravilla de la ingeniería y el diseño italiano parte en poco más de USD 10.000, lo que parece ser mucho dinero, pero resulta ser un verdadero regalo cuando comparas lo que obtienes aquí, comparado con un Submariner de similar precio. Cuesta creer que este reloj compite en delgadez con el Richard Mille UP-01 Ferrari, un reloj que por 1,9 millones de dólares (unas 100 veces más caro que el Bvlgari) no es capaz de generar ni la mitad del deseo y admiración que sentimos por el Octo Finissimo.

El mejor cumplido que podemos darle a este Octo Finissimo es agradecerle por volver a poner Bvlgari en el mapa, por hacerla cool de nuevo, y transformarse en la base sobre la cual se construye su futuro. Estamos seguros de que en 50 años seguiremos con atención las nuevas versiones de este reloj, y que los primeros modelos lanzados hace algunos años, especialmente aquellos limitados y colaboraciones con artistas famosos –ojo con el diseñado por Kazoo Sekima–, serán piezas de colección que se transarán por cientos de miles de dólares.

Tenemos la suerte de observar en vivo el nacimiento y desarrollo inicial de un verdadero clásico moderno de la relojería.