¿Qué hay detrás de un número?
Daniel PintoEn relojería solemos obsesionarnos con números como diámetro o asa a asa, pero esas cifras nunca bastan. El peso, la altura y los ángulos importan, aunque lo esencial sigue siendo la prueba en muñeca. Solo ahí descubrimos si existe la conexión real que convierte un reloj en deseo.
Después del precio, el número más común que tendemos a escuchar sobre un reloj es su tamaño. En realidad, lo que escuchamos no es un número, sino un conjunto de cifras que hacen alusión al diámetro, altura, distancia entre asas, asa a asa, peso y todo lo relativo a la volumetría del reloj en cuestión. Con el advenimiento de las compras online y la explosión del reloj en redes sociales, la información sobre las medidas se ha vuelto vital, un tema de culto y de acalorado debate, que pareciera haber dejado obsoleta la noción de que la mejor manera de evaluar un reloj es probárselo en la muñeca. Pero ¿qué hay detrás de estos números?
DIÁMETRO DEL RELOJ (CORTESÍA ANALOG:SHIFT)
La medida más común es el diámetro. Pareciera que solo con eso podríamos hacernos una idea perfecta de cómo nos quedará, pero hay muchos detalles que transforman esa noción en imperfecta, al menos. Primero, el diámetro mide únicamente el ancho del reloj a la altura de la corona, sin considerar la forma del resto de la caja. El problema aquí es que la limitación de nuestra muñeca no está dada precisamente por el ancho horizontal. En teoría, tenemos espacio casi infinito entre el codo y el comienzo de la mano para acomodar varios relojes juntos, por lo que la medida horizontal nunca será lo suficientemente grande como para ocupar todo el ancho. Donde verdaderamente estamos limitados es en la vertical de la muñeca, un espacio que además de albergar la caja, debe dar cabida a las asas y los primeros eslabones del brazalete. Esta medida de nuestra muñeca es la que siempre deberíamos conocer como coleccionistas, y es tan sencillo obtenerla como tomar una regla y medir la distancia vertical del brazo justo en el punto donde usamos el reloj.
COMPARACIÓN DOXA SUB 300 VS. NOMOS CLUB CAMPUS
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Si los relojes fueran todos 100% redondos y sin asas (imaginemos el Disco Volante de Furlan Marri), el diámetro de la caja funcionaría perfecto para saber cómo quedaría. Lamentablemente —o por suerte— los relojes tienen cajas con distintas formas, asas de largo variable y ángulos que cambian según el modelo. Por eso hace algunos años surgió un nuevo "estándar" en la medición correcta del tamaño: el famoso "asa a asa", o "lug to lug". Esta medida considera el largo vertical desde el inicio de las asas superiores hasta el término de las asas inferiores, captando de manera eficaz el espacio total que ocupará el reloj.
Este estándar permite entender por qué relojes con el mismo diámetro pueden sentirse tan distintos en la muñeca. El Doxa Sub 300, con 44 mm de diámetro, parece enorme en papel, pero sus asas cortas lo hacen mucho más cómodo. En el polo opuesto, un Nomos Club Campus de 38 mm tiene asas largas que hacen que se perciba más grande que el Doxa. El "asa a asa" ha reemplazado al diámetro como número clave en las fichas técnicas y ha mejorado la predictibilidad de cómo se verá un reloj.
MEDIDA "ASA A ASA" O "LUG TO LUG" (CORTESÍA ANALOG:SHIFT)
Pero, ¿es perfecto? La realidad es que, aunque mejora bastante la predicción, todavía hay muchos factores que no están considerados en esta medición y que son muy relevantes al momento de probar, tales como la altura de la caja y el ángulo en que las asas están fijadas. Estos detalles pueden hacer que, aun conociendo la medida vertical de tu muñeca y el "asa a asa" del reloj, no sea 100% seguro encontrar un fit correcto.
¿Qué faltaría entonces? Bueno, lo que falta es algo que siempre ha sido verdadero y que no cambia con el avance de la tecnología. La realidad es que nada puede reemplazar la prueba en muñeca. La sensación de peso, la caída del brazalete, el balance y el movimiento del reloj en la muñeca son experiencias que solo se pueden tener en vivo.
Aún no contamos con la tecnología para replicar esto de manera perfecta. Aunque podemos comprar relojes online y contar con todas las métricas, nunca sabremos de antemano si realmente nos quedarán como esperamos. Incluso, si vamos más profundo, está el efecto wow o enamoramiento que buscamos sentir al "cazar" un reloj, y que muchas veces se desinfla por completo al probarlo en vivo. Ese wow que esperábamos al primer contacto con la piel puede esfumarse en segundos, llevándose la ilusión de haber encontrado LA pieza correcta para continuar la colección. Esa conexión no respeta medidas ni límites, y aparece incluso en relojes que no quedan bien, incomodan o no encajan con nuestro estilo. El flechazo es real, inexplicable y esencial en el proceso de compra. Podremos tener asa a asa, podremos tener realidad virtual, pero la verdad es que tanto en el amor como en los relojes, sentir es amar.