Los ganadores de la década
Nos encontramos en el epicentro de una pandemia mundial de COVID-19: Casos desbordados en Europa, fronteras cerradas, bolsas mundiales derrumbadas, guerra de precios en el petróleo, e incluso, cierres de manufacturas tan icónicas como la fábrica de Rolex en Ginebra... Un desastre de proporciones épicas que hace que 2019, con todos sus altos y bajos, parezca unas vacaciones all inclusive en Las Maldivas.
5. ORIS
La casa de Holstein se apoyó en sus colecciones de buceo Divers Sixty-Five y Aquis para entregar un desfile de éxito tras éxito, con apariciones esporádicas de piezas mas clásicas para darle variedad a la colección, y finalmente coronando la década con el disruptivo ProPilot X, con su movimiento manufactura y diseño espectacular. La verdad es que el espíritu emprendedor y la constante búsqueda de entregar la máxima calidad a precios razonables, han hecho de Oris una de las marcas favoritas de aquellos que piensan en comprar su primer reloj “de verdad”.
Su stand en Baselworld siempre nos espera con sorpresas, al punto que sus colecciones ya se han transformado en clásicos, con ediciones limitadas que se agotan en cuestión de minutos. Testigo del crecimiento explosivo que experimentaron en 10 años, la marca ya abrió sus primeras boutiques propias, donde podemos disfrutar de este pequeño gigante que es un ejemplo viviente de que las marcas tradicionales pueden sobrevivir en este mundo cruel sin pertenecer a alguno de los grandes grupos ni vender su alma al diablo.
4. Tudor
Nadie hizo un mejor mix de modernidad + historia que Tudor. El hermano pequeño tomó la receta de su hermano mayor, le quitó la parte aburrida, y la transformó en un producto perfecto: el Black Bay. Una mezcla perfecta entre lo mejor de un Rolex deportivo de los años 60 y la tecnología, calidad, y usabilidad de una marca que vive en el segmento de 3.000 a 5.000 dólares.
A lo largo de los últimos años, el Black Bay ha engendrado un sinfín de variaciones, todas compartiendo el aire vintage del original e incorporando complicaciones como cronógrafos y GMT. Luego vino la incorporación de un movimiento de manufactura y la exportación del lenguaje de diseño para crear otro ganador: el Pelagos. En resumen, la marca dio en el clavo al entregar un producto con un diseño altamente venerado, con credibilidad, la calidad inmaculada que implica ser fabricado en la misma casa de Rolex, a un precio al que es muy difícil que sus competidores puedan llegar (quizás habría que sumar el dudoso aporte de embajadores como David Beckham y Lady Gaga).
De ser el hermano pequeño escondido en el ático, Tudor se ha transformado en una historia de éxito digna de imitar, abriendo nuevos mercados en EEUU y Japón, y conquistando los corazones, no solo el cerebro, de aquellos que buscan jugar en las grandes ligas sin tener que quedar en bancarrota.
3. Grand Seiko
Si existe un ejemplo perfecto de lo que es posible de alcanzar en una década, Grand Seiko debe ser el elegido. Si bien la marca existe desde 1960 en Japón, recién en 2010 dio el salto al escenario mundial, permitiendo que los amantes de la perfección pudieran acceder a algunas de sus creaciones sin tener que recorrer las galerías de Ginza o, peor aún, los rincones más oscuros de Internet. Con su globalización, pudimos al fin conocer en profundidad las bondades de este ícono de la manufactura japonesa; esferas que nos hacen soñar con montañas y valles sagrados de la isla nipona, tecnología Spring Drive, que es francamente superior al movimiento mecánico tradicional, y sus pulidos Zaratsu que hacen que la luz refleje de manera perfecta sin importar el ángulo o la intensidad.
Durante la década, Grand Seiko ha aumentado de manera exponencial su presencia física en los mercados más exigentes, y a través de obsesión por los detalles ha logrado cautivar a los críticos mas ácidos. Si conoce algún periodista especializado en relojes, pregúntele qué relojes habitan su colección, de seguro habrá un Grand Seiko. Se trata de una marca que debe ser apreciada para ser valorada, y una vez dentro no hay vuelta atrás. Estamos seguro de que los japoneses están recién tomando impulso y de que en la década que viene seremos testigos de cómo la industria suiza finalmente temblará ante la presencia del gigante nipón.
2. Richard Mille
Podría haber sido Greubel Forsey, Akrivia, MB&F o Moser. Decenas de marcas independientes lograron triunfar esta década. La irrupción del comercio online directo al consumidor derrumbó muchas barreras de entrada, y marcas mas flexibles, creativas y arriesgadas capitalizaron este hecho para hacerle frente a los grandes grupos y ganar terreno entre coleccionistas. Aun así, nadie lo hizo con el estilo del gran Richard Mille. El gran maestro logró crear algo mas que una marca, un club de jóvenes millonarios dispuestos a pagar lo que sea –literalmente, lo que sea– por pertenecer a este selecto grupo. Si bien podría menospreciarse como una estrategia de marketing orientada a una presa fácil, la verdad es que un reloj RM, aún a precios sobre los 200.000 USD, ofrece algo que nadie más puede ofrecer: innovación técnica al extremo, materiales espaciales nunca antes usados, y un look futurista realmente inconfundible han transformado a cada pieza de la marca en un éxito rotundo, con listas de espera que se cuentan en años.
Mención aparte merece la credibilidad que han ganado a través de sus embajadores como Rafa Nadal, siendo uno de los pocos deportistas que utiliza su reloj mientras juega, al igual que Bubba Watson y Yohan Blake. De los pocos relojes mecánicos de lujo que realmente pueden considerarse deportivos, Richard Mille llegó para reescribir lo que una marca de culto puede llegar a ser. De paso, se adueñó del nicho de los “mega millonarios” jóvenes, borrando de raíz la idea de que un gran coleccionista de relojes debía atesorar viejos Pateks de oro y Daytonas de los 70s. En una industria tan llena de copias y reediciones de modelos históricos, la mirada futurista y extrema de RM ha sido un balde de agua fría que la obliga a seguir innovando para sobrevivir.
1. Rolex
Al fin llegamos al n°1. Nos encantaría poder decir que esto será una sorpresa, que esta vez será distinto, pero debemos ser honestos y reconocer que haciendo muy pocas cosas muy bien, Rolex sabe obtener los mejores resultados. Una marca que reina hace ya 50 años, esta década vio la consolidación absoluta de la Corona como el fabricante mas deseado y odiado de todos. Sus modelos deportivos se producen a cuentagotas, sus listas de espera alcanzan un lustro, cada novedad es esperada como si se tratara de la elección de un nuevo Papa, y sus decisiones suelen ser incomprendidas por el resto del mundo.
El hecho es que la demanda por sus relojes explotó en estos 10 años, llegando al punto de tener participaciones de mercado sobre el 40% en su segmento. La fundación Hans Wildorf hace las cosas de un modo distinto, sin prisa, constantemente realizando pequeñas mejoras incrementales a sus modelos y componentes, siempre pensando en la continuidad. Nada radical, pero siempre mirando hacia el futuro.
Un nuevo Daytona y GMT Master bastaron para enloquecer los mercados, logrando precios de reventa de casi el doble de su valor original. Ya sea por símbolo de status o inversión, la realidad es que hoy más que nunca un Rolex es mundialmente reconocido como el objeto de lujo por excelencia. A eso, hay que agregar las fortunas que gasta la marca en marketing, que ayudan a levantar a toda la industria suiza. Y más aún, la razón por la que se ubica en el tope de esta lista, es que un Rolex sigue siendo una gran compra: un producto sobrediseñado, sobreconstruído, con una atención al detalle que nadie puede igualar. A un precio razonable: no es poco dinero, pero es un precio justo. La misma receta de los últimos 100 años, con distintos sabores, de acuerdo a los tiempos. ¡Larga vida al Rey!